La herida.

Te lo confieso, hoy volví a pensar en ti. Sucede que hay heridas que nunca cierran, aunque se desvanezcan de la piel y dejen de doler, quedan expuestas a los recuerdos y a la esperanza del regreso. Y hoy volví a pensar en ti.

Te metiste en mis recuerdos matutinos, porque desperté y la boca me sabía a tu nombre, al último beso entre nosotros, al millar de te quieros que nos dijimos y las promesas que nos hicimos. 
Me fui a la ducha para arrancar de mi cuerpo la ausencia de tus caricias, pero en cada gota tibia sólo podía pensar en tus manos frías, como si mi piel tuviera memoria y fuera incapaz de extirpar por completo lo que siempre fue tuyo pero nunca fue nuestro; y sentí que me ahogaba entre inmensas olas de soledad que nunca supe cómo desclavar desde adentro.
Luego vino el desayuno y el café con olor a ti me hizo pensar en el color de tu pelo, en los lunares en tu pecho y deseé terriblemente un reencuentro. Te diría tantas veces que te quiero, que el invierno no ha acabado desde Enero, que ya es Mayo y no concilio el sueño, que te has hospedado bajo mis ojos en forma de lamentos; te diría que no he olvidado tus malas costumbres, que encontré tu calcetín extraviado y que sin querer le he inventado doscientas palabras nuevas al diccionario y todas significan lo mismo: te extraño.
Intenté escapar de casa pero este vacío me abraza y de pronto camino sobre un interminable vaivén de emociones que no colapsa; miré a través de la ventana y el viento acarició mi rostro, sentí tu beso que no fue eso y comencé a llorar de nuevo; no supe cómo afrontar tu despedida, cómo hacer que ya no duela tu partida, volver cicatrices estas heridas que no me dejan respirar y comenzar a pensar que lo que algún día fuimos ya no será. 
Y cuando al fin llega la noche y las estrellas adornan el cielo, pienso en tu cuello, y este cielo inmenso que nos cobija se convierte en una arena movediza de la que no sé escapar; entonces no sé a dónde ir y me comienzo a asfixiar, entre el insomnio, la tristeza y las promesas que no me dejan descansar. 

De pronto, no sé cómo, veo al sol salir de nuevo, el viento ya no huele a ti, la herida se vuelve cicatriz, la vida tiene música de fondo y ya no pienso tanto en ti.

Te lo confieso, hoy volví a pensar en ti, 
hoy.




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